Señor Jesús, nos envías a la misión.
Siempre lo haces: nos quieres luz del mundo.
Señor Jesús, somos Iglesia: somos de los tuyos.
Somos misioneros.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Hoy, intuimos que hay una sed de refugio, de silencio, de santidad
en los corazones de muchos de nuestros contemporáneos.
Hay mucha desorientación y mucha huida de las huidas.
Hay mucha tristeza de fondo.
Hay mucha soledad.
Hay mucha biografía íntima no escuchada, no querida, no sanada.
Señor Jesús, nos encontramos con tantos y tantos muy dañados en su corazón.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, el mundo quiere autenticidad,
quiere que hablemos sencilla y sinceramente de ti,
de tu presencia en nosotros y en la realidad,
de tu poder de sanación y de liberación
y de tu fascinante rostro de santidad.
El mundo exige y espera de nosotros
sencillez de vida,
vida de oración,
ardiente caridad para con todos,
pero especialmente para los pequeños y los pobres,
los caídos del sistema,
los nadie de nuestras ciudades,
los migrantes,
víctimas de tantos sufrimientos evitables.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, nos quieres radicalmente alternativos:
centrados en lo esencial,
humildes,
fraternales,
desapegados de sí,
austeros,
transparentes,
veraces,
cabales…
personas para los demás
que generan nuevas formas de convivencia,
nuevas formas de economía,
nuevas formas de familia,
nuevas formas de educación,
nuevas formas de acogida,
nuevas formas de política…
nuevas formas de Iglesia.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, quisiéramos ser
muy humanos y muy santos,
muy novedosos y muy enraizados
en la historia de santidad de la humanidad.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús,
marcados por tu santidad,
asidos por tu santidad,
alimentados por tu santidad
surge de nosotros
un canto de alabanza,
un canto de confianza,
un canto de alegría:
Proclama nuestra alma
tu grandeza, Señor…