¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Señor Jesús, el que realmente nos hace ver lo que importa en este mundo tan complejo que vivimos.
Tus parábolas nos muestran tu sabiduría.
Tus parábolas nos muestran tu conocimiento del corazón humano.
Tus parábolas nos muestran tu camino.
Señor Jesús, el que es exigente porque desea lo mejor para nosotros.
Tus preguntas nos abren el corazón.
Tus preguntas nos reclaman autenticidad.
Tus preguntas nos sitúan ante ti.
Señor Jesús, el que desea que llevemos una vida digna como hijos de Dios.
Señor Jesús, tantas y tantas veces me comparo con otros y constato mis carencias y límites: soy envidioso.
Señor Jesús, tantas y tantas veces tengo resentimiento frente a determinadas personas porque los considero mejores que yo: vivo la amargura.
Señor Jesús, tantas y tantas veces me siento inferior a los demás según los criterios del mundo: muestro hostilidad.
Señor Jesús, maestro de humanidad sea cual sea nuestra situación o nuestra biografía.
Dame valentía para aceptar mis sentimientos, tan humanos, tan demasiado humanos.
Dame lucidez para reconocer lo que soy, lo que me pasa, lo que habita en mi corazón, tan humano.
Dame arrojo para seguir creciendo espiritualmente centrado en ti y en tu reino.
Dame serenidad para vivir en el realismo de mis posibilidades y las posibilidades de los demás.
Dame inteligencia para reconocer lo mejor de los demás como un don que nos enriquece.
Dame un corazón puro para emitir gratitud frente a todo lo que de bien, bondad y belleza la vida me ofrece.
Dame libertad para celebrar los éxitos de los demás como un síntoma de su calidad humana.
Dame paciencia mientras crezco en una mirada compasiva y agradecida en este mundo tan extraño que me toca vivir.
Dame empatía para conectar los alegrías y los éxitos de los demás.
Dame desapego frente las falsedades del éxito en el tener, en el poder, en el aparentar.
Señor Jesús, el de las preguntas que nos atraviesan el corazón.
Dame pureza de intención en mi mirada, en mis palabras, en mis sentimientos.