MANTENERSE DESPIERTO.
Ante Ti, Señor,
mantenerme despierto.
Ante los demás,
mantenerme despierto.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos rodean nieblas, ruinas, miedos…
como arañas negras en medio de una pesadilla.
Despierto, ante ti, Señor…
porque hay captar muchos destellos de verdad, de bien, de belleza…
como la brisa fresca del amanecer.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos acucian las mentiras, las soledades, los límites muy humanos de lo humano…
como una granizada de piedras hirvientes.
Despierto, ante ti, Señor…
porque toca cultivar lo mejor de uno en estos tiempos de síntesis, de valentía, de profecía…
como el aire sano de la fuerza del Espíritu.
Despierto, ante ti, Señor…
porque nos agotan los tramposos, los soberbios, los cegados por las poses
de maniquíes falsos con ropajes falsos.
Despierto, ante ti, Señor…
porque se intuyen muchos síntomas de esperanza, de misericordia, de cuidado…
indicios como el viento santo cargado de futuro insondable.
Despierto, Señor,
junto a mis estupideces,
junto a mis sombras,
junto a mis límites…
que tan bien conoces.
Despierto, Señor,
ante ti,
tembloroso,
minusválido,
dolorido.
Pero cimentado en ti, alimentado de ti, habitado por ti.
Despierto ante Ti, Señor.
Resistente.
Esperanzado.
En camino con tantos y tantos.
Despierto ante Ti, Señor.
Porque creo saber
en lo más hondo de mi corazón
que realmente eres
lo que más merece la pena
de todo lo que pudiera merecer la pena.