Señor Jesús, nos conoces.
Conoces nuestras carencias,
nuestra debilidades humanas, demasiado humanas.
Conoces de verdad lo que habita en nuestro corazón.
Nos conoces mejor que nosotros mismos a nosotros mismos.
Señor Jesús, auméntanos la fe.
Señor Jesús, auméntanos la inteligencia de tu salvación.
Señor Jesús, auméntanos la sabiduría que hace de nosotros síntoma evidente de tu reino de vida.
Señor Jesús, nuestra fe muchas veces es coja y quejumbrosa.
Nuestra fe muchas veces suena desafinada y atemorizada frente a los desafíos que el desprecio a la vida nos pone por delante.
Nuestra fe muchas veces nos impulsa poco a llevar libertad, alegría y paz a los demás.
Señor Jesús, auméntanos la fe.
Señor Jesús, auméntanos el compromiso con tu deseo de salvación de para todos.
Señor Jesús, auméntanos la sabiduría de la santidad y la justicia que nos propones como guía de nuestra vida.
Señor Jesús, nos conoces.
Nos cuesta ver tu presencia que salva y que nos invita a ser apasionados del reino de la vida.
Nos cuesta comprender que el sí a la vida es la clave de la plenitud que ofreces.
Nos cuesta actuar como colaboradores del cuidado de tú ofreces, misteriosamente, a todos los seres humanos.
Señor Jesús, vivimos tiempos extraños que nos asustan.
Señor Jesús, vivimos tiempos convulsos que nos desconciertan
Señor Jesús, vivimos tiempos nerviosos que nos quitan la paz.
Señor Jesús, tenemos miedo a crecer como hijos e hijas de Dios.
Señor Jesús, tenemos miedo a ampliar nuestra zona de confort.
Señor Jesús, tenemos miedo a explorar nuevos caminos,
nuevos modos,
nuevas presencias.
Señor Jesús, auméntanos la fe.
Señor Jesús, auméntanos la conciencia de ser misioneros.
Señor Jesús, auméntanos la conciencia de ser testigos audaces de tu amor universal.