Señor Jesús, ante Ti,
asombro de poder optar
por la humildad
constantemente,
conscientemente.
Como Tú.
Contigo.
Señor Jesús, ante Ti
asombro de poder comunicarnos
y constatar la fraternidad última
diaria que nos define
constantemente,
conscientemente.
Como Tú.
Contigo.
Señor Jesús, ante Ti
asombro de poder cuidar
la vida en los detalles
de nuestras relaciones sociales
constantemente,
conscientemente.
Como Tú.
Contigo.
Señor Jesús,
ante Ti,
asombro ante la gratuidad esencial
de estar vivos
cuidándonos unos a otros
constantemente,
conscientemente.
Como Tú.
Contigo.
Señor Jesús, ante Ti,
asombro ante la confianza última
que nos ofreces con tu presencia
en nuestras vidas,
constantemente,
conscientemente.
Contigo, Señor, contigo.
Señor Jesús, ante Ti,
confianza
constante,
consciente
en que todo acabará bien.
Contigo, Señor, contigo.
Señor Jesús,
que ralenticemos nuestras vidas
para saborear de verdad
los síntomas sencillos
de tu Reino
en nosotros,
en los nuestros,
en los que nos rodean,
en lo que nos pase,
sea lo que sea.
Contigo, Señor, contigo.
Señor Jesús,
donde hay avidez insaciable
no estás Tú ni tu Reino.
Señor Jesús,
donde hay prisas
que avasallan
no estás Tú ni tu Reino.
Señor Jesús,
donde hay ostentación
egocéntrica
no estás Tú ni tu Reino.
Señor Jesús, no somos constructores de tu Reino.
Es tu Reino el que nos construye…