ASOMBRO
Nace Dios.
Asombro.
Asombro: santamente,
al fin,
se inicia el Reino
enraizado en el misterio del misterio
de la verdad, el bien y la belleza,
en el misterio del misterio
de lo más humano de lo humano.
Asombro: nuestro caminar entre fatigas
ve destellos,
intuiciones de paz profunda,
intuiciones de que tanto amor no puede terminar
como si todo diera igual.
Asombro: podemos bendecir la vida,
toda vida,
todo amor,
todo corazón herido,
toda autenticidad humana.
Asombro al poder acompasarnos con los cuidadores
de lo frágil,
de lo incipiente,
de la ternura
de los mejores humanos.
Asombro de exploradores de lo mejor de la humanidad,
asombro por tantos espacios de bien por explorar,
por cultivar,
por impulsar.
Asombro de peregrinos en los desiertos del santo silencio,
asombro ante tanta intensidad,
tan real,
tan a mano.
Asombro de artistas del bien cotidiano,
asombro ante tanta capacidad de crear buenas situaciones
en estos inciertos y extraños tiempos en lo que vivimos.
Asombro como los místicos,
como los monjes,
como los músicos sublimes…
asombro ante la densidad de lo real
que se muestra en las entraña de lo humano.
Asombro de los hombres y mujeres de fe balbuciente…
Asombro de los heridos por la puñetera vida…
Asombro de los que fracasan malditamente…
Asombro,
asombro,
asombro.
Asombro: lo nuestro cabe en Dios
y Dios cabe en lo nuestro.
¿Qué decir?
¿Qué hacer?
Contemplar
en silencio tanta luz.