¡Ven, Espíritu divino!
Ven sobre nuestras seguridades.
Emerge desde lo mejor de nuestro corazón.
¡Ven, Espíritu divino!
Ven sobre el polvo de los siglos que nos recubre.
Emerge desde nuestras mejores raíces.
¡Ven, Espíritu divino!
Ven sobre nuestros lenguajes,
sobre nuestros ritos,
sobre nuestra manera de organizarnos
como grupos,
como parroquias,
como Iglesia.
Emerge desde lo mejor de nuestra humanidad.
¡Ven, Espíritu divino!
Ven sobre nuestra sensibilidad.
Emerge desde nuestras capacidades de comunión.
¡Ven, Espíritu divino!
ven sobre nuestros miedos,
ven sobre nuestras mejores capacidades,
ven sobre nuestra esperanza
de una iglesia mejor,
una cultura mejor,
una Iglesia más evangélica.
Emerge desde las energías que hay en nosotros.
¡Ven, Espíritu divino!
Ven sobre nuestra inteligencia.
Emerge desde nuestras búsquedas.
¡Ven, Espíritu divino!
ven sobre nuestras fidelidades,
ven sobre nuestros desafíos,
ven sobre nuestras audacias.
¡Ven, Espíritu divino!
Reconstitúyenos.
¡Ven, Espíritu divino!
Posibilítanos.
¡Ven, Espíritu divino!
Aliéntanos.
¡Ven, Espíritu divino!
Haznos más cristianos.
Haznos más humanos.
Haznos más santos.