Conversamos con el P. Rocky Xareal, que está destinado en esta parroquia de San Antonio María Claret de Sevilla desde septiembre de 2018.
Como curiosidad, os diremos que el nombre de “Rocky” se lo puso su padre en honor a su abuelo, que era boxeador. Cuando él nació se estrenaba la película, y de ahí le viene este nombre.
Rocky, sabemos que este es tu primer destino como misionero claretiano ya ordenado, pero cuáles habían sido tus destinos antes de venir a esta parroquia?
Soy de Timor Oriental, conocí la fe en mi familia, y allí mismo empecé la formación como misionero claretiano, con 20 años. Después viví seis años en Indonesia: dos años de postulantado y noviciado, y otros cuatro años estudiando Filosofía; después ya vine a España, en septiembre de 2012, y hasta 2016 estuve en Granada estudiando Teología; después de ello pasé dos años en Madrid, especializándome en Teología de la vida religiosa, y en agosto de 2018 me ordené en Indonesia, mi delegación de origen.
-¿En cuál de las facetas que tiene que desarrollar un Misionero Claretiano crees que te sentirías más realizado o crees que podrías aportar más? (pastoral, misión, profesor…)
Mi sueño desde niño, ya que Timor estaba en guerra, era luchar por la justicia y dignidad humana. Ese fue también mi sueño al hacerme sacerdote, luchar por la libertad de los pueblos. Ahora Timor Oriental es independiente de Indonesia. Hasta 1975 fue una colonia portuguesa. Desde 1975 hasta 1999, estuvo invadido por Indonesia. Los misioneros allí luchaban por la libertad de la gente, y eso fue lo que a mí me llamó la atención. Indonesia empezó a expulsar a los misioneros, y los pocos que quedaban seguían luchando para defender a la gente. Gracias a la visita de Juan Pablo II, se empezó a conocer la situación de Timor en Naciones Unidas, y gracias a ello y a la Iglesia Católica, Timor Oriental, que tiene una extensión de unos 14.000 km2, pudo ser independiente. Tiene aproximadamente 1,2 millones de habitantes, con una mayoría católica. En 1994 quisieron entrar los misioneros claretianos, pero tuvieron que entrar como salesianos. Una vez conseguida la independencia ya pudieron constituir una parroquia claretiana, y esa fue mi parroquia.
En este destino en Sevilla trabajo tanto en la parroquia como en el colegio. En el colegio, atiendo al alumnado de primaria y secundaria, en pastoral, oratorio, acompañamiento, etc…En los dos sitios, parroquia y colegio, he tenido muy buena acogida.
-¿Qué crees que puedes aportar de singular a esta parroquia?
No tengo ningún don especial, creo que lo que puedo hacer es estar y escuchar, hay mucha gente que necesita que se le escuche. Mi cercanía con la gente, creo que eso es lo mejor que puedo aportar hoy por hoy.
-Sabemos que procedes de un país bastante lejano, en otro continente; crees que hoy en día ¿es más fácil ser “profeta en su tierra” o evangelizar en otros lugares?
En Andalucía la gente es muy simpática, y acepta mis limitaciones por ejemplo en el idioma, aquí la gente acoge y ayuda. Por eso este primer destino es fácil.
A pesar de haber dejado la familia y tu gente, Dios te regala cien por uno, y me da mucha gente, tengo una familia muy grande.
-¿Cómo es la vida católica en tu país, y qué cosas echas de menos de esa vivencia, que no encuentres aquí?
La realidad del cristianismo en Indonesia es muy diferente; en un país con 17.000 islas y 250 millones de habitantes, los cristianos son una minoría (sólo un 3% de cristianos frente a un 85% de musulmanes); había mucha persecución, terrorismo religioso, ataques a las iglesias…, y la gente vive su fe muy seriamente; aquí la fe de la gente es muy floja, no están dispuestos a ser testigos de Cristo con todas sus consecuencias. He vivido de cerca persecuciones, y eso te hace vivir la fe de otra manera, la vida tiene que ser mucho más comprometida.
-¿Te cuesta trabajo evangelizar en otra lengua?
Sí, tengo que pensar dos veces las cosas para expresarlas bien, pensar en mi idioma y traducir al español. Pero mucha gente está dispuesta a ayudarme, y me están enseñando.
-¿En qué aspectos piensas que esta parroquia, que al ser claretiana debería ser misionera, debería diferenciarse de otras?
Tenemos que vivir la espiritualidad claretiana, que es cordimariana; hay que tratar a la gente con corazón, ser más misionero, salir a las periferias, no quedarnos dentro. En mi caso, una de las tareas que hago es ir a visitar enfermos a las casas. Hay mucha gente mayor en la parroquia que necesita un poco de compañía y de atención.
Nos despedimos del P. Rocky, dando gracias a Dios por su presencia en esta parroquia, y deseándole lo mejor en su trabajo.